POEMA DE NOVIEMBRE

Este magnifico poema de Luís Cernuda (nacido en Sevilla 21-9-1902   y muerto, casí olvidado, en el exílio de México D.F. el 5-11-1963) es por su lúcida claridad una lección  sencilla y magistral del valor estimulante de la poesía  para ayudar a superar a la esclava ciudadanía española del siglo XXI el desencanto y la desesperanza , en estos tiempos arbitrarios y desordenados ,  ante tantas promesas vacias de contenido de aquellos  que nos administran, "voceros viviendo de perfil", carentes de fuerza alguna salvo para la obediencia ciega a las imposiciones de la voz de su amo y el nuestro, los mercados financieros. Dioses del siglo XXI y padres de un nuevo Espiritu Santo Salvador,  " la ordinaria paloma de la prima de riesgo",  de la que debemos apostatar y huir, como de los mitos divinos tradicionales, si de verdad queremos vivir de frente sin que  nos esclavice y perezcamos, para que como acaba Cernuda, este magnífico poema, cumplamos con la  generacion futura aquello de: 
¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?

"Díptico español", de Luis Cernuda

I. ES LÁSTIMA QUE FUERA MI TIERRA
Cuando allá dicen unos
que mis versos nacieron
de la separación y la nostalgia
por la que fue mi tierra,
¿sólo la más remota oyen entre mis voces?
Hablan en el poeta voces varias:

escuchemos su coro concertado,
adonde la creída dominante
es tan sólo una voz entre las otras.
Lo que el espíritu del hombre
ganó para el espíritu del hombre
a través de los siglos,
es patrimonio nuestro y es herencia
de los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
y secuestren, el hombre entonces baja,
¿y cuánto?, en esa escala dura
que desde el animal llega hasta el hombre.
Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
adonde ahora todo nace muerto,
vive muerto y muere muerto;
pertinaz pesadilla: procesión ponderosa
con restaurados restos y reliquias,
a la que dan escolta hábitos y uniformes,
en medio del silencio: todos mudos,
desolados del desorden endémico
que el temor, sin domarlo, así doblega.
La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.
Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.
Si yo soy español, lo soy
a la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.
La poesía habla en nosotros
la misma lengua con que hablaron antes,
y mucho antes de nacer nosotros,
las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
no es el poeta sólo quien ahí habla,
sino las bocas mudas de los suyos
quienes él da voz y les libera.
¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno
su tradición escoge, ni su tierra,
ni tampoco su lengua; él las sirve,
fielmente si es posible.
Mas la fidelidad más alta
es para su conciencia; y yo a ésa sirvo
pues, sirviéndola, así a la poesía
al mismo tiempo sirvo.
Soy español sin ganas,
que vive como puede bien lejos de su tierra
sin pesar ni nostalgia. He aprendido
el oficio de hombre duramente,
por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
no volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
cuyas maneras rara vez me fueron propias,
cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.
No hablo para quienes una burla del destino
compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas
(quien habla a solas espera hablar a Dios un día)
o para aquellos pocos que me escuchen
con bien dispuesto entendimiento.
Aquellos que como yo respeten
el albedrío libre humano
disponiendo la vida que hoy es nuestra,
diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.
¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?